Tirar restos de fruta en la naturaleza—¿sí o no?
Situación hipotética: Estás caminando por la montaña con tus amigxs y uno de ellos come una banana y tira la cáscara a la naturaleza. ¿Cuál es tu reacción?
Decís: “No, amigx. Guardémosla hasta que encontremos un tacho.”
Creés que NO debería tirarla en la naturaleza, pero no sabés bien por qué.
Te parece genial. Ayuda a nutrir el suelo.
No ves el problema. Es materia orgánica y se va a descomponer.
¿Quién no lleva frutas como snack cuando va de caminata? Esta es una de las situaciones más comunes en la montaña, y muchas veces no tengo un argumento sólido cuando se arma el debate. Por eso, me puse a ordenar mis ideas e investigar un poco más sobre el tema.
¿Acaso la fruta no es materia orgánica?
Por un lado, la cáscara de banana o el corazón de la manzana son materia orgánica, o sea, en algún momento se van a descomponer.
Una cáscara de banana puede tardar unas 4 semanas en desaparecer; el corazón de una manzana, hasta 6 meses. Claro que esto depende mucho del entorno: en climas fríos o secos, algunas frutas pueden tardar años en descomponerse.
Pero entonces, ¿cuál es el problema?
Aunque la cáscara de banana o el corazón de la manzana sean orgánicos, tirarlos en la naturaleza no es tan inofensivo como parece.
Si no son parte del ecosistema local, pueden ser peligrosos para los animales. Al no estar acostumbrados a comer esos restos, pueden afectar su salud. Además, si caen cerca de la calle, pueden atraer animales hacia la vía, y eso los pone en riesgo de ser atropellados.
Otra cosa a tener en cuenta es que las semillas de algunas frutas y verduras pueden alterar la biodiversidad. Si terminan germinando, podrían introducir especies invasoras que desbalanceen el ecosistema local.
En zonas frías o secas, los restos de fruta pueden tardar años en desaparecer, lo que termina afectando el paisaje y el entorno natural.
Por último, dejar residuos –aunque sean biodegradables– normaliza tirar cosas en la naturaleza. Si cada persona que pasa deja su “cáscara”, en poco tiempo el sendero se convierte en un basural orgánico.
¿Y la yerba mate?
Tirar yerba en la montaña o en la playa no es recomendable, aunque sea un residuo orgánico. Acá te explico por qué:
En la montaña: Aunque es biodegradable, la yerba recién usada no sirve como abono de inmediato; necesita descomponerse primero para convertirse en compost. Si la tirás directamente, puede liberar demasiado nitrógeno, lo que es perjudicial para las plantas. Además, forma una capa que impide que el agua y el aire lleguen a las raíces, y eso dificulta la absorción de nutrientes.
En la playa: La yerba puede terminar en el agua o mezclarse con la arena, donde tarda en descomponerse y contamina visualmente. Además, no hay organismos suficientes que aceleren su descomposición como en un compost.
En las macetas de casa: lo mismo que en la montaña, puede ser perjudicial para tus plantas.
Antes de seguir
Dejame hacerte unas últimas preguntas:
¿Qué sentirías si tu vecinx tirara restos de fruta en los espacios verdes del edificio?
Cuando vas a tomar mate a la plaza, ¿tirás la yerba al pasto?
En la playa, ¿tirarías una cáscara de banana al mar?
¿Qué pasa si todxs hiciéramos lo mismo?
Consulté con una amiga experta en sustentabilidad e ingeniería ambiental
Me interesa el tema y quería que esta nota tuviera una mirada científica también, así que le escribí a Mica, crack de la sustentabilidad, se formó principalmente en ingeniería ambiental y tiene trayectoria en grandes organizaciones. Esto es lo que me compartió:
“Los impactos ambientales se miden no solo por su criticidad, es decir, cuán grave es, sino también por su masividad, o sea, cuántas veces ocurre. Si yo voy y tiro una cáscara de manzana en el medio de un glaciar, probablemente no pase nada. Pero si es un lugar turístico que recibe mucha gente al año y todos hacen lo mismo, arruinás un ecosistema.
La naturaleza tiene un cierto poder de adaptación o mitigación: puede lidiar con impactos leves o moderados. Pero si la castigamos de forma sistemática, como pasa hoy a nivel global, no tiene la velocidad necesaria para recomponerse. Tiene resiliencia frente a los impactos, pero no al ritmo que manejamos los humanos.
Esa resiliencia se llama capacidad de acogida: es la posibilidad que tiene la naturaleza de absorber el impacto. Cuando es pequeño, está todo bien; pero si es grande y constante, en especial en lugares turísticos, ya no puede hacerlo con la misma rapidez.
Para mí, es clave entender cuánta carga le estamos metiendo a un medio, y cuánta capacidad tiene la naturaleza de recuperarse.”
Micaela Uberti, Especialista en ingeniería ambiental y liderazgo de proyectos sustentables
¿Entonces?
La solución es simple: si lo llevaste, te lo llevás. Así como no dejarías un envoltorio de plástico, tampoco deberías dejar restos orgánicos “porque se descomponen”. Llevá una bolsita para tus residuos y tiralos donde corresponde, o compostalos en casa si podés.
Te recomiendo ir a tus caminatas con:
bolsa para envoltorios de plástico y otros (uso la que me dan en los trekkings de Fjallraven)
bolsas compostables para lo orgánico (uso las de la fruta del Mercadona)
Espero que toda esta info te motive a salir a la naturaleza con más conciencia y entendimiento de cómo interactuar con el entorno. ¡Por muchas más aventuras responsables!
Cualquier consulta o comentario, ¡estoy acá!
Nos vemos en el camino,
Flor.